Río Grande: La niña y el soldado, cara a cara 35 años después

Carla Bertoldi, con 12 años, le escribió desde Mendoza una carta a Carlos Vallejos, en 1982, él le respondió. Se reencontraron en la Carpa de la Dignidad; fue toda una sorpresa para el veterano y un momento emotivo para quienes presenciaron el reencuentro.

“Se cierra una historia personal”, coinciden Carla Bertoldi y Carlos Vallejos. La vida los unió hace 35 años y la vida les permitió conocerse ayer en Río Grande, cara a cara, todo ese tiempo después.

En 1982, como miles de niños, Carla una niña de 12 años escribió desde su escuela en Mendoza una cartita dirigida a los soldados que peleaban en Malvinas para recuperar las Islas. Y la recibe Carlos. La conserva, y le contesta, como contestaba otras tantas cartas en nombre de sus compañeros, pero esa la respondió con su nombre. La respuesta le llegó a Carla en Mendoza, y hubo una tercera carta que no llegó a destino y regresó a su escuela. Eso le hizo pensar durante mucho tiempo que “su soldado” había muerto. Lo pensaba, pero no lo sentía, sentía que estaba vivo.

Ayer se reencontraron, 35 años después en la Carpa de la Dignidad, en Río Grande, Capital Nacional de la Vigilia. “Este es el lugar indicado”, dijo ella que durante años buscó a Carlos sin tener resultados. El año pasado hizo otro intento, y esta vez lo encontró rápidamente a través de Google. El hecho de que el 2 de abril de 2016 el veterano Carlos Vallejos haya sido el encargado de las palabras alusivas en la noche de la vigilia, ayudó a su encuentro. Era él, su soldado estaba vivo.

El reencuentro de ayer fue toda una sorpresa para Carlos. Es que si bien hablan por teléfono desde hace varios meses con regularidad, Carla, por cuestiones de trabajo no podría venir a Río Grande en esta oportunidad –pensaba él- sin embargo todo estaba preparado para un reencuentro vía Skype.

Así fue como ayer por la tarde, en una entrevista a Carlos en la Carpa de la Dignidad, comenzó a contar su parte de la historia, ante una platea colmada que lo escuchaba atentamente.

“Siempre se recibían cientos de cartas y no se me daba por contestar, me cansé de escribir cartas para compañeros. En el lugar donde estábamos armamos una ducha de agua caliente y se juntaba mucha gente que iba a bañarse, generalmente dejaban bolsones con cartas. Yo en más de una oportunidad contesté muchas de ellas. Para ser sinceros lo que más buscaban para responder eran cartas de señoritas acordes a la edad que teníamos en ese momento. Por general las cartas de los niños nunca se contestaban. Evidentemente entre esas cartas que escribí le contesté a una niña de 12 años, porque 35 años después hoy esa mujercita que ahora es una señora, se comunicó conmigo”, dijo él.

Carlos le había contestado a Carla en 1982, con su nombre. “En la carta le hablaba como a una niña diciéndole que esté tranquila que estábamos todos bien, yo en el galpón estaba bien, salía a navegar, pero al volver tenía agua caliente, salada pero caliente”. Esa misma carta amarillenta y algo rota es la que trajo ella a la ciudad.

El reencuentro comenzó a gestarse hace dos meses. Carlos recibió varios mensajes en su teléfono al que –por desconfianza- no respondió. Era Carla, que le decía que ella había sido la niña que le escribió 35 años antes. Otra vez le llegó un mensaje de un compañero todavía en actividad, que le decía que una mujer lo iba a contactar para hablar de Malvinas, pero pensó que era por una entrevista. Finalmente Carla le escribió un último mensaje de Wathsapp, le recordó la historia de la carta, le pedía disculpas por la insistencia, y le decía que no volvería a escribirle.

Fue allí cuando Carlos decidió llamar a ese número que desconocía. “En ese momento dije, qué puede pasar, e hice un llamado de WhatsApp que me respondió un hombre que evidentemente era el marido, y corté. Después me dije, por qué voy a cortar. La volví a llamar, pero ya no por WhatsApp, la llamé por celular y me atendió ella”. Era Carla, y hablaban por primera vez.

Las primeras veces que charlaron fue difícil para Carlos. “Qué le podes decir a una persona que no conocés. Le dije yo soy Carlos”. “Mucho gusto, yo soy Carla la nena que te escribió una carta 35 años atrás”, le respondió ella.

El reencuentro

Carla había puesto como excusa el trabajo, no podría venir a Río Grande para la vigilia. Mientras los veteranos y el periodista del Municipio que llevó adelante las entrevistas, improvisaba una falsa llamada vía Skype, Carla, que había escuchado todo el relato de Carlos comenzó a acercarse.

Apareció entre los veteranos y fotógrafos, ante el desconcierto y la sorpresa de Carlos que miraba a sus compañeros. “¿Qué harías si la tenés ahora cara a cara?” Le preguntó el locutor a él. Carla ya estaba sobre el escenario, lo esperaba con una carta amarillenta y rota por el paso del tiempo con la letra casi ilegible de Carlos. Después de 35 años de esa carta que los unió, se fundieron en un abrazo.

La niña que le escribió hoy tiene 47 años, marido e hijos. Carla llegó a Río Grande junto a su familia y una vez superada la sorpresa, sus palabras no fueron menos emotivas. “Siento que por primera vez estoy de este lado, esto que pasa acá es increíble, este es el lugar indicado, en el resto del país no pasa esto, y yo vengo en representación de esa gente que a lo mejor no se acuerda como corresponde. Vengo a terminar una historia mía personal de creer que estaba muerto, pero sentir que estaba vivo y lo encontré. Yo cierro mi historia personal”, dijo.

¿Qué la hizo pensar todo este tiempo en reencontrarse con ese soldado? “Yo no podía diferenciar si era una expresión de deseo o un presentimiento, pero sentía que Carlos estaba vivo, por más que mis padres me sentaron y me dijeron ´el soldado ha muerto´. Si bien hice búsquedas livianas, porque en el fondo tenía miedo de volver a encontrarme con la misma respuesta, después de tanto tiempo un día decidí utilizar la tecnología a mi favor, entré al google imágenes y encontré que estaba vivo, por lo menos a la guerra había sobrevivido y ahí se generó todo esto de buscarlo”.

Para ella el hecho de que Carlos esté vivo cierra un ciclo de 35 años de “querer a una persona que no conozco, de desearle todo el bien del mundo, de que hubiera vivido su vida lo mejor que pudiera y es loco, pero a veces los sueños dan buenos resultados porque él realmente ha hecho la vida de esa forma”.

Además asegura que “debe haber varias historias como estas y me gustaría conocerlas, porque estamos acostumbrados a escuchar cosas tristes y esta es una historia de vida, a pesar de que nació en una guerra. Y yo de Carlos no me voy a separar nunca más”.

Carlos y Carla, emocionados hasta las lágrimas, compartieron fotos con sus familias y con el resto de los veteranos. Anoche compartieron la primera vigilia, juntos.

Fuente: El Sureño